El niño, como cualquier persona, se puede expresar de varias maneras: mirar, hacer gestos, hablar, cantar, bailar, dibujar, pintar, escribir. Ahora vamos a hablar aquí de cómo dar oportunidad para que los niños participen en actividades como el dibujo, la pintura, el modelado, y también la música y el baile.
Dibujar, Pintar, Modelar
Si se les da la oportunidad, los niños se expresan plásticamente, es decir, por medio del dibujo, la pintura o el modelado. Al hacer esto, usan sus sentidos, su pensamiento, manifiestan sus emociones e intentan conocer el mundo. Dibujos, pinturas y esculturas son, por lo tanto, expresiones de ideas y sentimientos. Los niños no deben copiar modelos, pero sí tener la oportunidad para que puedan desarrollar su creatividad. Pero conocer a los artistas de su comunidad, ver sus obras, como también las de artistas de fuera, no perjudica la creatividad de los niños, sino que pueden ser un estímulo para que tengan nuevas ideas, perfeccionen su sentido crítico y vayan adquiriendo el gusto por el arte.
A la mayoría de los niños les gusta mucho dibujar, pintar, modelar, e irán aprendiendo a realizar estas actividades a partir de su interacción con las personas y las cosas del lugar donde viven. Pero es importante saber que cada niño lo hará a su tiempo y a su manera.
Aunque cada niño tenga su modo de expresarse, cuando observamos y guardamos sus dibujos y pinturas, podemos ver en ellos cierta regularidad, como explicaremos a continuación. Cuando hablamos de regularidad, queremos decir que los dibujos y las pinturas se van modificando de manera semejante en casi todos los niños y reflejan la manera cómo los niños son educados. Por tanto, el dibujo ayuda a conocer mejor su desarrollo.
Desde muy pequeño, cuando empieza a explorar y a usar los objetos, a imitar lo que las personas hacen con ellos, el niño descubre que ciertas cosas dejan una señal, una marca: por ejemplo el lápiz en el papel o el palito en el suelo de tierra. Al repetir el gesto, la marca sigue apareciendo, y eso le encanta, ¡parece magia! Son los primeros garabatos, y son importantes para el niño, porque son una creación suya. Estos garabatos son variados y poco a poco se van modificando, se van redondeando. Cuando el niño consigue hacer un garabato que le gusta, empieza a repetirlo varias veces.


En un momento determinado, esos garabatos se cierran y forman células, parecidas a “bolitas”, según se ve en la página siguiente. ¡Es el descubrimiento de la forma!. También es el momento en que el niño y los mayores empiezan a ver algo en los garabatos: “una pelota”, “una cara”. Si al niño no se le intimida sino que se le estimula, dibujará cada vez más. El niño empieza a hablar sobre lo que ha dibujado, y esto le ayuda a hacer progresos en sus dibujos. Debemos de escuchar y animar a que hable sobre sus dibujos, y no querer adivinar lo que hace, ya que el niño puede, en un momento, decir que el dibujo es una cosa y después decir que es otra. Generalmente, al niño no le gusta que su dibujo se interprete de manera diferente a lo que él piensa.

A partir de aquí, las “bolitas” se van modificando y empiezan a aparecer dentro de ellas ojos, boca, nariz y, alrededor, trazos que se parecen a veces a pelos, a veces a brazos y piernas. Sus dibujos se parecen al sol, a muñecos que tienen cara y miembros que le salen del cuello. Otros niños siguen un camino diferente. Partiendo de las “bolitas”, van uniendo formas diferentes, de modo que resultan conjuntos de formas dispares. A la mayoría de los niños les gusta poner nombres a sus dibujos, de acuerdo a lo que ellos creen, por eso, siempre es mejor preguntar al niño si quiere hablar sobre su dibujo, y no decir nosotros lo que creemos que ha dibujado. En esta etapa, los niños hablan mientras dibujan.

Después, como podemos ver en los dibujos de la página siguiente, empiezan a hacer figuras sueltas que ya se parecen más a las personas, los objetos y los animales de la realidad. Estos dibujos todavía aparecen sueltos en el papel. Vemos que también dibujan casas con puertas, ventanas y las personas que están dentro; mujeres vestidas, con un bebé en su barriga, como si la casa y la mujer fueran transparentes. Esto porque el niño dibuja no lo que ve, sino lo que sabe, lo que le parece más importante en las personas o en las cosas. El adulto no debe de decir que lo que el niño ha dibujado no está bien. Algunos niños usan el lenguaje para planificar lo que van a dibujar. Conversar con el niño sobre sus dibujos le ayuda a perfeccionar su razonamiento, su observación, su atención y memoria.

Poco a poco, el niño va organizando su dibujo y pasa a colocar en la parte de abajo lo que está en el suelo, como personas, casas, coches, perros; en la parte de arriba, el sol, las nubes, los pájaros. Es decir, hacen una escena en la que todos los elementos del dibujo se presentan relacionados, lo que demuestra otra forma de pensamiento, otro tipo de organización mental. En esta etapa, el lenguaje del niño se amplía, de tal modo que puede contar historias sobre sus dibujos.

El niño aprende que por medio del dibujo puede comunicar alguna cosa a alguien. Por eso, el dibujo también le prepara para aprender a leer y a escribir, porque a medida que él descubre que el dibujo es una forma de representar objetos y personas, el niño aumenta sus posibilidades de comprender más tarde que la palabra escrita es otra forma de representar el mundo en el que vive.

Cuando los mayores valoran lo que ha dibujado, pintado o modelado, el niño se siente feliz y capaz, y esto favorece su autoestima. Dibujar permite al niño tener otra forma de expresar lo que siente, lo que sabe de las cosas, y aumentar sus conocimientos.
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