JUGAR ES UN DERECHO DEL NIÑO

1. Porque jugar es una necesidad para el desarrollo infantil, esta actividad se considera un derecho del niño.

 Está garantizado en el capítulo II del ECA (Estatuto da Criança e do Adolescente) - Del derecho a la Libertad, al Respeto y a la Dignidad - artículo 16. “El derecho a la libertad comprende los siguientes aspectos”: en el inciso IV dice (…) “Jugar, practicar deportes, divertirse.” 

En los “10 Mandamientos para lograr la Paz en la Familia” de la Pastoral, también se destaca el juego: “Reserva momentos para jugar y divertirte en familia, porque el niño aprende jugando y la diversión acerca a las personas”.

Promover y defender el juego de los niños son actitudes muy importantes para ti, animador de juegos. Además de organizar momentos y espacios de ocio para las familias y sus hijos, puedes ayudar a los líderes a conversar con los padres, familiares y personas de la comunidad, para que puedan encontrar soluciones para crear más lugares y oportunidades, en casa y en la comunidad, para que los niños puedan jugar libremente. Actualmente, disminuyen los espacios y momentos para que los niños jueguen juntos y con libertad.

Las transformaciones de la sociedad, sobre todo en las grandes ciudades, con la disminución de espacios públicos de ocio y la falta de seguridad en las calles impiden el juego en calles, plazas y parques; las casas de las familias, principalmente las más pobres son cada vez más pequeñas y en condiciones precarias de habitabilidad; la televisión, que ocupa un espacio de tiempo cada vez mayor en las actividades de los niños; la necesidad que tienen los padres de ausentarse durante largos períodos de tiempo, por motivos de trabajo, impidiendo la convivencia con sus hijos, son algunos de los motivos que impiden que los niños tengan mejores oportunidades para jugar. 

Lugares en la comunidad, como plazas, parques, jardines y calzadas, que son espacios públicos privilegiados para los juegos de los niños, están cada vez más ausentes en nuestras ciudades. Los juegos en estos lugares ofrecen al niño momentos de participación libre y activa, en los que él tiene oportunidad de tomar la iniciativa, vivir situaciones que él mismo elige, como por ejemplo: saltar obstáculos, subir a los árboles y así participar de los riesgos y aventuras contenidos en estos juegos.

En un parque o en una plaza, pueden jugar niños de diferentes clases sociales, lo que hace posible vivenciar las diferencias de todo tipo, que están en la base de la constitución de nuestra sociedad. En esos juegos, el niño puede comprender su lugar en el grupo, en la medida en que percibe las habilidades y la fuerza de otros niños y sus propias capacidades. Cuando se relacionan libremente, los niños experimentan situaciones de vida: de competencia, cooperación, miedo, valor, es decir, se socializan. La inexistencia de estos espacios hace que el niño se vea privado de vivencias ricas y estimuladoras que son significativas para él y por lo tanto promueven su desarrollo.

2. Del juego que tiene como característica fundamental la libre elección del niño, es del que estamos hablando.

Con “libre elección” estamos diciendo que es el niño quien decide cuándo, con qué, con quién y cómo quiere jugar. Por medio de estas elecciones es como el niño, desde muy pequeño, empieza a ejercitar lo que llamamos autonomía. Es decir, además de ir aprendiendo a hacer las cosas por su propia cuenta, el niño se va haciendo capaz de decidir lo que es mejor para él en determinados momentos, va aprendiendo a juzgar o a distinguir lo que le gusta hacer y lo que no le gusta hacer. Esto contribuye en su formación, para ser un ciudadano crítico y consciente de lo que hace. También favorece su autoestima, pues cuando un juego le produce miedo o no se considera capaz, el niño puede elegir no jugar. El juego es el único momento en el que quien manda en la actividad es el niño. Es él quien elige si quiere jugar o no quiere jugar. No es lo mismo que la hora de acostarse, de comer, de bañarse, momentos en los que tiene que obedecer al adulto.

Decir que el niño debe jugar libremente no quiere decir que no tenga que respetar los límites señalados por los adultos, sino que tiene que enfrentarse a ellos de otra forma. Por ejemplo: el niño quiere encender la televisión y su madre dice que no lo haga. Entonces él juega a encender y apagar “su televisión”, que es una caja que él llama televisión. En los juegos infantiles, también están presentes las reglas, estén explicadas claramente o no. Por ejemplo, al jugar a la “mamá y la hija”, la niña que hace de mamá tiene que adoptar las actitudes de una madre; la que hace de hija, las de una hija, es decir, las reglas de estos comportamientos están presentes en el juego, aunque no están expresadas claramente. Por el contrario, al jugar a la rayuela, las reglas son claras: hay que saltar sobre un pie y no se puede pisar en la línea. Por lo tanto, no existe juego sin regla.

Pero, aunque se tienen reglas, el juego es un espacio de experiencias, de libertad, donde el niño puede tener ciertos comportamientos sin miedo a la censura del adulto. Por ejemplo, puede imaginarse manipulando la bicicleta de su padre para arreglarla y después salir a dar un paseo por la calle, o puede construir una casa que no tenga puertas ni ventanas, porque sabe que puede entrar a través de las paredes. 

Los aprendizajes que permite el juego libre del niño son muy importantes para el desarrollo infantil. Además de esto, las actividades de juegos y de ocio con los padres, con las personas de las familias y con los vecinos permiten la recuperación, el rescate de juegos con los que ellos se entretenían cuando eran niños, promueven la valoración de la cultura y de la identidad de la comunidad, acercan a las personas, refuerzan su auto-estima.

Por la necesidad de jugar que tienen los niños, es necesario crear siempre oportunidades en casa y en la comunidad, para que puedan jugar libremente.

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