1. Puede parecer raro, pero para hablar del juego del niño, vamos a empezar hablando del trabajo del adulto. Y ¿por qué? ¿Qué tiene que ver el trabajo con el juego?
Nosotros, los adultos, pasamos mucho tiempo trabajando, pero no lo hacemos porque el trabajo nos da placer. Aunque el trabajo tiene sus compensaciones, dar un sentido a nuestra vida, también nos causa estrés, cansancio. Pero seguimos trabajando. El motivo fundamental que nos hace trabajar es la necesidad.
Necesitamos ganar dinero para comprar comida; conseguir una casa para vivir; conseguir entrada para un baile, entre otras cosas.
Comparándolo con el juego de los niños, vemos que la mayoría de las personas cree que los niños juegan solamente por placer, porque los niños también pasan mucho tiempo jugando y se implican mucho en los juegos. Es difícil hacer que un niño deje de jugar, incluso cuando el juego lo ponga irritado o descontento, como cuando no consigue vestir a la muñeca o cuando quiere correr y se tiene que estar quieto.
Estos ejemplos ayudan a demostrar que los niños no juegan solamente por placer, la razón principal por la que el niño juega es también, una necesidad.
Entonces, para que comprendamos por qué juegan los niños, necesitamos entender cuáles son las necesidades que los impulsan a jugar.
Empezamos hablando del bebé recién nacido, bien pequeño. El bebé humano, como todo animal mamífero, no tiene su desarrollo completo en la gestación, pues se pondría demasiado grande y no cabría en la barriga de la madre. Por tanto, después de su nacimiento va a seguir dependiendo de su madre durante mucho tiempo.
El bebé necesita la leche materna, porque su estómago la digiere mejor; necesita que lo abriguen, porque siente más frío que nosotros; necesita sentir caricias en su piel; necesita mirar y oír la voz de su madre o de la persona que siempre lo cuida para completar su capacidad de ver y oír. Es decir, necesita que el adulto esté atento y disponible para responder a sus necesidades. En el Manual del Líder hay más explicaciones sobre este punto, en los capítulos correspondientes al bebé de un mes y
de dos a tres meses.
Y es solamente en las crías de mamíferos, ya sean gatitos, leoncitos o bebés en los que observamos ciertos juegos que sirven para perfeccionar sus sentidos y sus movimientos: un gatito cuando juega con un insecto, o un bebé cuando juega con la cara o las manos del adulto, está ejercitando su visión, su olfato, su audición y sus movimientos.
2. El juego de los bebés ¿es igual al de las otras crías de mamíferos?
Todas las crías de mamíferos, entre las que está el bebé humano, juegan. Los animalitos juegan con lo que encuentran a su alrededor, como insectos, pedazos de madera, piedras, etc. Pero, en los bebés humanos, el juego de agarrar y experimentar con los objetos, que los bebés, en general, empiezan a desarrollar a los cinco o seis meses, se transforma en un juego distinto al de los animalitos. Desde que nace, el bebé se relaciona estrechamente con las personas, que le van ofreciendo las cosas que están presentes en la vida de la familia, es decir, lo que es normal y común dar a los bebés en el lugar donde viven. Esto lo vamos a explicar mejor.
El interés del bebé bien pequeño se dirige al adulto que lo cuida, principalmente a su madre, o a las otras personas que se ocupan de él, como su padre, por ejemplo. Pero para entretener, ocupar y estimular al bebé, que quiere que sus padres y familiares estén siempre a su lado, las personas le van ofreciendo juguetes y objetos,y llaman la atención del bebé hacia ellos. El bebé, poco a poco, empezará a interesarse por estos objetos, agarrando, moviendo y experimentando lo que puede hacer con ellos. El Manual, en la parte que trata del bebé de cuatro a seis meses, habla sobre este tema. Así, el bebé se va interesando por los juguetes y objetos porque las personas se los ofrecen.
Por esto, la participación de padres y familiares o de otras personas que cuidan al bebé es importante que consigan que él se interese por los objetos. Dicho de otro modo, el bebé nace interesado por su madre y la necesita para sobrevivir, pero el interés por los objetos es creado por las personas que le dan las cosas para que él las mire y juegue con ellas.
Este juego de agarrar, experimentar y utilizar los juguetes y objetos se convierte así en la actividad que más desarrolla al bebé desde los seis o siete meses hasta los dos años de edad. El bebé, después de examinar las cosas que agarra, procurará imitar lo que los mayores hacen con ellas. Así, el bebé, además de perfeccionar sus sentidos y movimientos, va aprendiendo cómo son los objetos, - sus características físicas: forma, consistencia, peso, tamaño, textura. Y también lo que las personas hacen con ellos – su uso social - el sonajero, la sonaja se agita, con la pelota se juega, la cuchara sirve para comer, los zapatos se ponen en los pies.
Podemos observar también que, ya sean animalitos o niños, a todos les gusta jugar unos con otros. Jugando, empiezan a darse cuenta de los límites de su fuerza, de lo que les gusta o no les gusta hacer. Y van aprendiendo a ceder o a luchar por lo que quieren.
3. Cuando el niño aprende a andar, cuando empieza a hablar, ¿podemos notar alguna diferencia en su manera de jugar?
El niño, alrededor de un año y medio o dos años, se va haciendo más independiente, aprende a andar por su cuenta, ya puede decir varias palabras y todavía sigue queriendo tener a sus padres siempre a su lado. Pero esto no siempre es posible, porque los adultos tienen otras ocupaciones. Como ya se mueve solo, comienza también, a tocar todo, porque ésta es su manera de conocer las cosas y los adultos, a su vez, tienen que poner límites, con el fin de proteger al niño: por ejemplo, le prohíben agarrar ciertas cosas, acercarse al fuego, etc. Es entonces cuando el niño empieza a jugar al “Imagínate que... ”. En este juego, el niño puede traer a sus padres a su lado “imaginando” que es la mamá que llega del trabajo, o el papá que lo lleva de paseo en el camión. Puede hacer también lo que le está prohibido, jugando a cocinar y remover la cacerola en el fuego.
En el “Imagínate que...”, al hacer cosas como los adultos, el niño intenta comprender el significado de las actividades que hacen los adultos, los valores y costumbres de su familia y del lugar donde vive. En este juego el niño también desarrolla su imaginación lo que ayuda a formar el pensamiento apoyado en las ideas, un tipo de pensamiento que será muy útil para el aprendizaje en la escuela. En el Manual, a partir del capítulo sobre el niño de dos años, hay otras explicaciones sobre este juego.
En el “Imagínate que...”, el niño puede enfrentarse con sentimientos de rabia y frustración causados por los límites que le marcan los adultos; también puede experimentar situaciones de miedo y angustia, que consigue controlar, ya que él puede cambiar lo que no le gusta en el juego. Estos diferentes sentimientos, presentes en el juego, ayudan al niño a tener autocontrol, ser dueño de su voluntad, saber elegir y decidir lo que quiere o no quiere hacer
A los niños les gusta mucho jugar unos con otros, ya sea en el “Imagínate que...”, ya sea en los juegos de correr, esconderse, la rayuela; juegos de dominó, los juegos de memoria y muchos otros. Compartiendo juegos y juguetes, los niños tienen oportunidad de vivir distintas experiencias, como por ejemplo: disputar, aprender a perder y ganar, comprender su papel en el grupo, ir entendiendo cómo son las relaciones entre las personas.
Organizar espacios para el juego y permitir que el niño juegue libremente es el papel del adulto.
Los niños juegan por necesidad, y al jugar perfeccionan sus sentidos, como la vista, el oído, el tacto y sus movimientos; empiezan a conocer cómo son y para qué sirven los objetos y los juguetes; desarrollan su lenguaje y su pensamiento; aprenden y comprenden las actividades, las costumbres de los adultos, las relaciones entre las personas.
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