Los cuidados en la alimentación deben continuar durante el crecimiento del niño. Por lo tanto, es importante que la familia se alimente bien, pues el niño va a comer lo que comen sus papás.
La alimentación también forma parte de la educación del niño. Su vida va a tener más alegría y salud si aprende a comer a las horas de las comidas, a consumir alimentos variados, a compartir el alimento, a masticar bien, a comer verduras y frutas. Todo esto se aprende junto a la familia.
Los niños pueden participar en la preparación de la comida, ayudando en actividades sencillas y sin peligro, como lavar la verdura, ir a buscar una hierba a la huerta o ayudar a escoger la fruta en el mercado. Así, aprenden más sobre los alimentos de la región donde vive y aprenden de manera na-
tural a disfrutar la comida saludable.
Para una buena educación alimenticia, algunas recomendaciones pueden ayudar:
- Platique durante las visitas sobre la importancia de establecer horarios para las comidas, pero sin rigidez. Estos momentos deben ser agradables. Evite transformarlos en fuente de nerviosismo y enojo.
- Recuerde que la comida saludable también es más sabrosa cuando se prepara y se da con cariño.
- Invítelos a preparar platos con diferentes colores porque llaman la atención de los niños y despiertan el apetito.
- Estimule a la madre a no desistir ante el primer “no me gusta” o ante las malas caras y gestos de desagrado del niño. La paciencia y la dedicación son muy importantes en la educación alimenticia. El niño tiene todo el derecho de rechazar, así como de probar otra vez.
- Recuerde que no hay necesidad de añadir azúcar a los jugos, a la leche y al té. El sabor que el niño siente en la boca no es igual al que siente el adulto.
- Oriente a las madres de hijos que necesitan seguir una dieta para que comprendan los motivos por los que tienen que evitar o cambiar algún tipo de alimentos y alimentarse más de otros.
Anime a cada familia a dedicar pequeños espacios de su patio al cultivo de hierbas y hortalizas.