El niño juega cada vez más al “imagínate que”, imaginando situaciones de un modo diferente. Este tipo de juegos es muy importante porque surge de una necesidad básica del niño: la de querer que sus papás estén todo el tiempo con él.
Cuando juega a “imagínate que”, imita y habla sobre lo que está viendo. Al imitar a los adultos, intenta hablar como ellos, hacer lo que hacen. Así pasa a tener actitudes y comportamientos más adelantados que los de su edad y así se desarrolla.
Además, le ayuda a desarrollar su imaginación y a entender y aprender los valores, las costumbres de su familia y de las demás personas del lugar donde vive.
Al niño le gusta cantar canciones infantiles y aprender las que le enseñan o que oye en la radio y en la iglesia. También tiene mucho interés en jugar con instrumentos musicales: tamborcito de lata, flautas de caña de bambú, chinchines. Con la música, escucha otro tipo de sonidos, aprende algunas ideas de ritmo y melodía.
Le gusta ver libros con dibujos y oír cuentos que le cuentan o le leen.
También necesita tener la oportunidad de dibujar con lápiz, carbón o ladrillo sobre papel o en el suelo. Así, puede aprender a agarrar el lápiz y sus dibujos empiezan a presentar formas, como bolitas o cuadrados.
El día de la Celebración de la vida es bueno organizar un espacio con juguetes y materiales para que los niños jueguen y realicen actividades con otros niños.
En los juegos con otros niños, el niño habla para intercambiar o prestar juguetes, en vez de pelear por esto. Estos juegos son buenos, porque el más pequeño imita lo que hace el más grande y él enseña lo que ya sabe a otro niño más pequeño que él. Al jugar juntos, los niños siempre se están desarrollando.
El niño también aprende más por medio del lenguaje. Cuando la familia platica con él y responde a sus preguntas, le está ayudando a hablar mejor y a entender cómo son las cosas del día a día. A esta edad pregunta el porqué de todo: “¿por qué se hace de noche?”, “¿por qué toca la campana de la iglesia?”
Puede darse cuenta y hacer preguntas sobre las diferencias entre los niños y las niñas: “¿por qué Pedrito hace pipí parado?”, “¿por qué Martita no tiene pene?” Cada familia debe responder de acuerdo con sus costumbres y valores, evitando engañar o asustar al niño.
Mientras juega y participa con la familia en las actividades de la casa, el niño observa y pregunta. Aprende que los objetos pueden ser iguales y diferentes. Cuando los padres, por ejemplo, separan las ropas para lavar, cosen, limpian frijol, verduras y fruta o desgranan el maíz, conviene dejar que el niño ayude. Así, aprende sobre tamaños, formas, cantidades y colores.
Parte de la educación cristiana del niño es llevarlo a la iglesia y demuestra que su familia pertenece a un grupo de personas unidas por la fe, que son amigas y se ayudan unas a otras.
La familia necesita distraerse, llevar a los hijos a pasear y a jugar, visitar a los parientes y amigos. Es bueno que el niño tenga oportunidad de escuchar a alguien que cuenta cuentos, ver teatro de títeres, participar en las fiestas de su comunidad. Así, el niño puede conocer y valorar lo que saben hacer las personas del lugar donde vive.
Reserva momentos para jugar y divertirte
en familia, pues los niños o niñas aprenden
jugando y la diversión acerca a las personas.
3er mandamiento para lograr la paz en la familia
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