Cómo puede aprender y desarrollarse el bebé

Los cuidados, el amor y la atención de la mamá y del papá hacen que el bebé pueda reconocerlos y sentirse seguro con ellos. Así, con la ayuda de los padres, el bebé aprende a confiar y a relacionarse con otras personas de la familia y con amigos próximos. Pero es necesario ir despacio, respetando el recelo que algunos bebés sienten hacia otras personas que no forman parte de su día a día.

Al bebé le gusta jugar a encontrar el rostro de las personas o de cualquier otra cosa que se esconda delante de él. Con esto, aprende que las personas y las cosas existen, aunque no las esté viendo. Así, él aprende a convivir en ausencia de la madre, del padre y de otras personas importantes para él.

Para que el bebé sienta curiosidad por los objetos, necesita la ayuda de otras personas, que muestren interés por esos objetos y se los ofrezcan.

Jugando con los objetos, el bebé pide menos la presencia de los adultos y aprende otras cosas. La curiosidad del bebé aumenta y comienza a moverse y agarrar todo lo que tiene cerca. Utiliza sus manitas cada vez mejor – aprende a agarrar cosas pequeñas entre los dedos pulgar e índice. Agarra, muerde, aplasta, rasga, tira y golpea las cosas, experimentando y aprendiendo cómo son.

Si el bebé quiere agarrar objetos que pertenecen a un adulto y que son peligrosos, o quiere hacer algo que no puede, los padres deben distraerlo y llevarlo a otro lugar. El bebé todavía no entiende muchas explicaciones y está empezando a entender lo que significa la palabra “No”. Si el bebé insiste, se le debe retirar, apartar con firmeza, distraerlo, pero nunca golpearlo.

Jugando con los objetos, el bebé aprende que cuando hace una cosa ocurre otra. Por ejemplo, golpea una olla con la cuchara y hace ruido; aprieta el botón e la radio y se oye música. Como él ya sabe agarrar y soltar, le gusta jugar agarrando las cosas y tirándolas al suelo, para ver cómo caen. Así, aprende que un objeto cae más rápido, otro más lentamente; unos hacen ruido, otros no. A
veces, se necesita paciencia para devolver al bebé lo que ha tirado al suelo.

La familia debe guardar en un lugar seguro botones, clavos, alfileres y semillas, porque a partir de esta edad el bebé ya consigue agarrar objetos pequeños y colocarlos en la boca, nariz y oído. Un bebé con mal olor o secreción en la nariz o en el oído puede haber metido alguna cosa dentro de ellos. Hay que llevarlo al servicio de salud, intentar sacarlo en casa puede empeorar la situación.

El bebé comienza a entender lo que le dicen todos los días, por ejemplo: “venga acá”, “diga adiós”. Primero entiende lo que las personas hablan, después aprende a hablar.

El bebé presta atención a las pláticas de otras personas e intenta imitar lo que dicen. Es bueno hablar con el bebé y hacer sonidos como: “ma-má”, “pa-pá” y esperar a que él los repita. La familia también puede jugar con sonidos, como imitar el ruido de los animales, de carros, de motos. Al jugar
con el bebé a aplaudir, decir adiós, hacer gestos, los padres están enseñando al bebé otra forma de comunicarse.

Cuando las personas utilizan varias formas de comunicarse, el bebé refuerza los lazos y se expresa con ellas, aunque tenga algún problema de comunicación, como por ejemplo, la sordera.

El bebé necesita estar en el suelo para intentar moverse por cuenta propia y alcanzar todo lo que le colocan cerca: unos bebés van a rodar, otros se van a arrastrar y otros van a gatear para alcanzar las cosas.

Los padres tienen que preocuparse de que los lugares en que el bebé está, sean lugares seguros, porque todavía no ha aprendido que no puede tocar ciertas cosas o ir a ciertos lugares.


Los enchufes eléctricos, escaleras, el cable de la plancha son objetos peligrosos porque el bebé puede alcanzarlos. Los productos de limpieza, agroquímicos y medicamentos deben guardarse en un lugar cerrado que el bebé no pueda alcanzar. Si el bebé toma uno de estos
productos, hay que llevarlo con urgencia al servicio de salud.

A esta edad, además de una buena noche de sueño, el bebé todavía necesita dormir de día. Los padres deben descubrir la forma de tranquilizar a su bebé y la que a él le gusta más para volverse a dormir, y procurar repetirla, siempre del mismo modo. La repetición es una forma de aprender y la rutina ayuda a darle seguridad.

Por la mañana hazme sentir tu amor, porque confío en ti. Indícame el camino que he de seguir, pues a ti confío mi vida.
Salmo 143, 8

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